viernes, 24 de febrero de 2012

EL PRESIDENTE DE FAPACSA APOYA A “APADIS”

Después de haber desempeñado más de treinta años mi profesión de Profesor Especializado en Pedagogía Terapéutica y haberla ejercido en el “Aula Específica de Educación Especial” en el Colegio Santa Teresa de Jesús de Algeciras desde el año 1979 puedo afirmar que he podido trabajar muy unido a la preocupación de la asociación de Padres APADIS, y que mi labor de profesor siempre se complementó con la posibilidad de integrar a bastantes de mis alumnos en el Centro Ocupacional “Punta Europa”.
El Concepto de Educación Especial está íntimamente unido al concepto de aprendizaje y al de rehabilitación. Entendemos por aprendizaje un proceso que permite añadir cosas nuevas a las capacidades corporales y mentales, al desarrollo del conocimiento y hace posible insertar lo nuevo en lo heredado para modificarlo o complementarlo.
Y llamamos rehabilitación al proceso por el cual una persona con limitaciones cognitivas, motoras, sensoriales o de otro tipo consigue, a través de diferentes técnicas, el máximo nivel de desarrollo.
Por tanto, la Educación Especial, que durante tanto tiempo he desempeñado, hay que entenderla como toda acción sistemática que, mediante técnicas especializadas, trata de conservar, desarrollar y perfeccionar las disposiciones que existen en el niño, así como modificar y compensar aquellas anomalías que presenta en su desarrollo.
La Educación Especial tiene como objetivos fundamentales:
  • Conseguir el máximo bienestar y equilibrio personal del “minusválido” Y utilizo el término “minusválido” porque es el más universal: La Organización de la Salud (O.M.S) define el término “minusvalía” como “Una situación desventajosa para un individuo determinado, consecuencia de una deficiencia o de una discapacidad, que limita o impide el desempeño de un rol que es normal en función de su edad, sexo y factores sociales y culturales”.
  • Conseguir el mayor grado de autonomía.
  • Tratar de que el minusválido llegue a ser un miembro útil en la sociedad.
Estos tres objetivos anteriores marcan los tres niveles en los que cada sujeto, con minusvalía, puede integrarse dentro del ámbito de su comunidad. No obstante, la experiencia nos dice que hay casos que sólo pueden conseguir el primer objetivo mientras que otros podrán conseguir plenamente los tres. Eso dependerá del grado de minusvalía, de la edad en que comience la rehabilitación, de los medios que se empleen y de la atención que las administraciones presten a este tipo de personas.
 
La integración laboral es la meta a la que debe tender la Educación Especial en último término, aunque lamentablemente no pueda conseguirse en la totalidad de los casos. Para ello, es fundamental favorecer la incorporación de los minusválidos en puestos adecuados a sus capacidades, mediante la incentivación de las empresas que lo lleven a cabo (exenciones fiscales, ayudas de la seguridad social etc.)
Y como se trata de “personas humanas”, aún en aquellos casos en los que no se pueda hablar de integración laboral como tal, es de suma importancia que se le proporcione al minusválido los instrumentos necesarios para dar a su vida un sentido de utilidad por mínimo que sea , ya que esto va a repercutir en su bienestar general, que es el primero de los objetivos.
Parece que todo el mundo está de acuerdo en teoría en la atención a los minusválidos, pero a la hora de invertir económicamente parece que es más fácil ocultar el problema y ponerle nombre sin contenido: “llamar integración a la desintegración y al olvido”. Hay que hacer un gran esfuerzo para que la sociedad y las administraciones sepan ponerse en el lugar de esos padres que les martillea la pregunta:”¿Qué será de nuestros hijos cuando nosotros faltemos?
En este sentido los padres y madres de APADIS siempre han tenido las ideas muy claras. Y como resultado de sus esfuerzos tienen funcionando:
  • Centro Ocupacional Punta Europa.
  • Residencia para jóvenes y mayores Ntra Sra del Valle.
  • Viviendas tuteladas.
  • Y estupendos proyectos que deben ser puestos en marcha en cuanto se les faciliten las instalaciones del antiguo Virgen de la Esperanza y las administraciones se sensibilicen y valoren, en su justa medida, a las personas con minusvalía y la preocupación de los padres que luchan por el presente y futuro de sus hijos.
Juan de Dios Regordán Domínguez
Especialista en Pedagogía Terapéutica