viernes, 28 de septiembre de 2012

ARTÍCULO DE OPINIÓN DEL PRESIDENTE DE FAPACSA

TRABAJO Y EXPERIENCIA

      Son actualmente muchas las dificultades para encontrar un puesto de trabajo. Para dar cumplimiento y aplicar eficazmente la Constitución se requiere imaginación, dedicación y compromiso social por parte de la clase política. Antes de pretender cambiar la Constitución, hay que tener en cuenta que cada una de las frases y articulado lleva un claro mensaje de compromiso. Así el artículo 35 no tiene desperdicio: “Todos los españoles tienen el deber de trabajar y el derecho al trabajo, a la libre elección de profesión y oficio, a la promoción a través del trabajo y a una remuneración suficiente para satisfacer sus necesidades y las de su familia, sin que en ningún caso pueda hacerse discriminación por razón de sexo.”

      Hasta ahí el texto literal, pero la práctica nos demuestra que la realidad es muy distinta a lo que se proclama. “Deber de trabajar y derecho al trabajo” son palabras que suenan muy bien, pero que la mayoría de los jóvenes no creen. Cuando, después de entregar currículum y realizar algunas entrevistas sin poder contestar a una pregunta ¿Cómo poder demostrar experiencia si no pueden conseguir su primer empleo? Hace unos días un joven, con dos licenciaturas, me decía que es muy frustrante no poder contestar a esa simple pregunta de tener experiencia por el desempeño de algún trabajo relacionado con su capacitación académica y profesional. Decía: “Tengo virgen la posibilidad de empezar a aplicar mis conocimientos. Si no tengo experiencia no sirvo ni para empezar”.

      “Trabajo y experiencia” martillea en la mochila de la búsqueda de trabajo de muchos jóvenes responsables. A ellos no se les puede hablar de “paro” porque tampoco tienen derecho. Habría que inventar una nueva palabra para describir la situación en la que se encuentran los que buscan y no encuentra poder poner al servicio de la sociedad sus cualidades y su formación. La situación de paro provoca hoy nuevas formas de irrelevancia económica, y la actual crisis sólo puede empeorar dicha situación. No tener posibilidad de entrar en la economía del trabajo o perderlo y estar durante mucho tiempo sin trabajo mina la libertad y la creatividad de la persona y sus relaciones familiares y sociales, con graves daños en el plano psicológico y espiritual.

      Más que nunca hay que llamar la atención y recordar, en especial a los gobernantes que tienen la obligación de dar un aspecto renovado al orden económico y social del mundo, que el primer capital que se ha de salvaguardar y valorar es el hombre, la persona en su integridad, afirmando con rotundidad que el ser humano es autor, el centro y el fin de toda la vida económica y social. La dignidad de la persona y las exigencias de la justicia requieren, sobre todo hoy, que las opciones económicas no hagan aumentar de manera excesiva y moralmente inaceptable las desigualdades y que se siga buscando como prioridad el objetivo del acceso al trabajo por parte de todos, o lo mantengan.

      A veces, el hombre moderno tiene la errónea convicción de ser el único autor de sí mismo, de su vida y de la sociedad. Es una presunción fruto de la cerrazón egoísta de sí mismo. El gran desafío planteado por las dificultades del desarrollo en este tiempo de globalización y agravado por la crisis económico-financiera actual es mostrar tanto en el orden de las ideas como de los comportamientos, que no se pueden debilitar los principios de la ética social, como la trasparencia, la honestidad y la responsabilidad. Exigencia del hombre actual y también de la razón económica, es abrir caminos a la experiencia del trabajo.

Juan de Dios Regordán Domínguez
juandediosrd@hotmail.com