miércoles, 20 de mayo de 2009

NO TODO ES INAMOVIBLE NI TODO ES RELATIVO


Artículo de Juan de Dios Regordán Domínguez
“La fecha es inamovible”. “El asunto está zanjado”. “ Si está aprobado, ya no hay marcha atrás” Estas y otras expresiones parecidas se suelen escuchar todavía después de algo más de treinta años que se proclamó la Democracia en España. La raíz puede estar en que aún no se han desarrollado los artículos de la Constitución que tratan de la “participación ciudadana” que en esencia es la democracia. Democracia y Participación es lo mismo, de manera que si no hay participación no hay democracia.

Tal vez, conceptos fundamentales de la Constitución se hayan malinterpretado.. Así, en el artículo veintitrés se afirma: “ Los ciudadanos tienen derecho a participar en los asuntos públicos, directamente o por medio de representantes, libremente elegidos en elecciones periódicas por sufragio universal”. Muchos han confundido democracia con votación y por eso, desde su “atalaya de poder” dicen :“los que quieran participación que se presenten a las elecciones” Grave error. La Constitución pone en primer lugar “directamente” y después “o por medio de representantes”. En las votaciones no se da un cheque en blanco.

El término Participación Ciudadana evoca la posibilidad de que los ciudadanos estén presentes y actúen organizadamente en todas las esferas de la vida política y social. Esta posibilidad que existe siempre en el orden conceptual puede estar más o menos facilitada, según sea el sistema político que impere.. En los sistemas autoritarios la participación es muy escasa, y la que existe se instrumenta mediante cauces de obligatoria incorporación, de manera que la participación pierde su connotación de valor privado propio de la libertad para quedar únicamente configurado como un valor social, al servicio del propio sistema político. El sistema político “autoritario” ve como enemigo todo lo que no es capaz de controlar. No escucha las iniciativas ciudadanas.

Por el contrario, en los sistemas democráticos, la participación, sin perder su connotación de valor social, se entiende principalmente como un valor privado inherente a la libertad. La democracia se fundamenta, además, en la existencia de una sociedad fuertemente articulada que interviene libremente en las decisiones políticas mediante fórmulas múltiples de participación. Así, en las sociedades democráticas, la participación la encontramos claramente en el ámbito político, en el económico y en el social, formando una tupida red de organizaciones colectivas, a las que se asignan funciones que contribuyen a la cohesión del sistema social mediante la socialización de los individuos, al mismo tiempo que desarrollan acciones de interés general.

Puede decirse que cuanto más desarrollada está social y políticamente una sociedad, mayor es el número de agentes intermedios de carácter voluntario que actúan en la misma. En democracia nada es inamovible ni nada es relativo. La participación es un hecho derivado de la propia esencia de la sociedad civil como sujeto titular de derechos de autoorganización, de suerte que la consagración constitucional del derecho de participación no es más que el reconocimiento de un derecho inherente a la propia conformación de la sociedad.

Juan de Dios Regordán Domínguez