DEBATE SOCIAL
Hace algo más de un año resonó en muchas plazas a nivel nacional y europeo una expresión llena de fuerza y de gran contenido. Con el grito “Democracia Real Ya” miles de personas unieron sus gritos y sus buenos deseos exigiendo mayor participación en todos los asuntos que de una manera u otra afectan al bienestar ciudadano. Se denunciaron privilegios políticos y se pidió control sobre las entidades bancarias y, en definitiva, una manera nueva de hacer las cosas. Se despertó un contagio de inquietudes intergeneracional con fines concretos bien definidos y con participación abierta.
De resignados se pasó a “indignados”. La frustración de una generación bien formada y preparada, pero sin oportunidades laborales está clamando por un cambio social. No olvidemos que un cincuenta por ciento de la población juvenil no ha alcanzado todavía un puesto de trabajo. Los recortes sociales y los recortes bancarios no han empezado precisamente por donde deberían haber empezado, por los grandes capitales, los grandes sueldos de políticos, banqueros y una adecuada fiscalidad. Pretender sacar el fin de la crisis de todos los que tienen una nómina de funcionario, laboral o pensión no hará sino a aumentar el número de quiénes empiecen a pasarlo cada día peor.
La indignación ha ido calando en los colectivos y el 15 M ha hecho aflorar un estado de ánimo que ha provocado una catarsis con un origen y una evolución concreta. Se ha descentralizado en asambleas de barrios y de pueblos. Ha llevado a cabo varias marchas ciudadanas hasta Madrid y Bruselas. En Octubre último convocó asamblea global, secundada con gran éxito por docenas de ciudades de todo el mundo. Todo ello en un contexto en el que han continuado las denuncias a políticas que han supuesto un grave deterioro de servicios públicos, y en la que la situación social ha empeorado.
A pesar de las dificultades, es importante destacar la relevancia social y política de este movimiento que, seguramente, en perspectiva histórica, está teniendo un gran protagonismo social en este cambio de época en el que nos encontramos. Se hace necesario un debate social para continuar presionando para conseguir una nueva ley electoral en la que se pueda elegir desde el pueblo a los mejores candaditos en listas abiertas, una ley de trasparencia política. Revalorizar el debate social, favoreciendo un clima social, en el que sea posible diagnosticar y compartir los problemas del pasado, escrutar los retos del presente y vislumbrar algunos sueños de futuro.
La verdad es que desde hace tiempo muchos colectivos están pidiendo un despertar de la sociedad civil y salir del inmovilismo. Pero, aunque ahora se llenan las redes sociales de denuncias duras en las que aparecen fotografías de personajes que se han retirado de la vida social o política con escandalosas y desorbitadas pensiones o retiros, sin embargo no se ve que tengan la mayor transcendencia y parece que se han convertido en intocables. No obstante, al menos se tiene la valentía de hacer que estas denuncias circulen. Habrá que dar un paso más. Exigir que la democracia sea real y avanzada.
Parece fuera de contexto anunciar recortes incluso amenazando con suprimir pagas extraordinaria a los funcionarios. Antes de llegar a ello es absolutamente necesario cortar de raíz que algunos personajes tengan de retiro ciento ochenta mil euros anuales. Habrá que potenciar iniciativas tendentes a la participación: televisiones y radios comunitarias, grupos de consumo ecológico, autoempleo basado en el cooperativismo, impulso a nuevas formas de financiación ética, creación de nuevos bancos del tiempo. Estas iniciativas, basadas en su horizontalidad, tienen una lógica cooperativa e invitación al trabajo colectivo.
Juan de Dios Regordán Domínguez
juandediosrd@hotmail.com