¿ QUÉ ES EL BIEN COMÚN…?
Hay palabras que, o por el mal uso o porque no conviene ponerlas encima de la mesa, dejan de circular con el sentido exacto que deberían tener. Es el caso de “El bien común”. Es una frase que merece un trato especial y habría, incluso, que pedirle perdón por las veces que hemos prostituido su esencia y hemos hablado diciendo lo contrario de lo que se hace. La verdad es que en el contexto social y cultural actual, en el que está muy difundida la tendencia a “relativizar lo verdadero y lo justo”, es necesario acudir a valores humanos no sólo útiles, sino indispensables para la construcción de una buena sociedad y un verdadero desarrollo humano.
Lamentablemente hay corrupción, injusticia e ilegalidad tanto en el comportamiento de sujetos económicos y políticos de países ricos, nuevos y antiguos, como en los países pobres. La falta de respeto de los derechos humanos es provocada no sólo por las grandes empresas sino también por grupos de presión local. Además, las ayudas internacionales se desvían con frecuencia de su finalidad, por irresponsabilidades tanto en los donantes como en los beneficiarios. Así tenemos que, aunque la riqueza mundial crece en términos absolutos, también aumentan las desigualdades. En los países ricos, algunas categorías sociales se empobrecen y nacen nuevas pobrezas. Aunque se diga que se actúa por “el bien común”, cada uno prefiere lo mejor para sí mismo.
El salir del atasco económico, algo en sí positivo, no soluciona la problemática compleja de la promoción del hombre, ni en los países protagonistas de grandes avances, ni en los países que todavía son pobres, los cuales pueden sufrir, además de antiguas formas de explotación, las consecuencias negativas que se derivan de un crecimiento marcado por desviaciones y desigualdades. Realmente preocupa la complejidad y gravedad de la situación económica actual, pero hemos de asumir con realismo, confianza y esperanza las nuevas responsabilidades que nos reclama la situación de un mundo que necesita una profunda renovación cultural y el redescubrimiento de valores de fondo sobre los cuales construir un futuro mejor. El desarrollo necesita ser, ante todo, auténtico e integral.
Sabemos que la razón, por sí sola, es capaz de aceptar la igualdad entre los hombres y establecer una convivencia cívica entre ellos, pero no consigue consolidar la hermandad. La búsqueda del bien común irá muy unida a las actitudes que vayamos tomando en la lucha contra la situación en la que ha traído la crisis. Estamos obligados a revisar nuestro camino, a darnos nuevas reglas y a encontrar nuevas formas de compromisos, a apoyarnos en las experiencias positivas y a rechazar las negativas, De este modo, la crisis debe convertirse en ocasión de discernir y proyectar de un modo nuevo. Conviene afrontar las dificultades del presente en esta clave, de manera confiada más que resignada.
Pero, entonces ¿Qué es el bien común? Sería el bien de “todos nosotros”, formado por individuos, familias y grupos intermedios que se unen en comunidad social. No es un bien que se busca por sí mismo, sino para las personas que forman parte de la comunidad social, y que sólo en ella pueden conseguir su bien realmente y de modo eficaz. Por tanto, trabajar por el bien común es cuidar, por un lado, y utilizar, por otro, ese conjunto de instituciones que estructuran jurídica, civil, política y culturalmente la vida social, que se configura así como “ciudad”. La verdad del desarrollo y el bien común, si no es de todo el hombre y de todos los hombres, no es verdadero desarrollo. Comprometámonos con el Bien Común.
Juan de Dios Regordán Domínguez
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