domingo, 15 de julio de 2012

ARTÍCULO DE OPINIÓN DE JUAN DE DIOS REGORDÁN DOMÍNGUEZ

¿CUÁNDO LLEGARÁ LA ÉTICA?

     Hablar hoy, en España, de ética puede parecer hasta provocador. Presumir de ética puede sonar a burla, a no vivir con los pies en el suelo. Ha llegado el Gran Recorte, la subida del IVA, robar prácticamente la paga extraordinaria de Navidad a los funcionarios, desmantelar el subsidio de desempleo y toda una serie de medidas gravosas para las clases medias, funcionarios de a pie, obreros, desempleados… Pero es que todo esto suelen decir que se hace por motivos “éticos”, porque no hay más remedio. A pesar de todo, hoy se sigue hablando y mucho de ética en el campo económico, bancario y empresarial.

     Los bancos proponen cuentas y fondos de inversión y les llaman “éticos”. La verdad es que en algunos lugares lejanos se desarrolla una “finanza ética” sobre todo mediante el microcrédito y, más en general, la microfinanciación. Estos valores merecen un amplio apoyo. Sus efectos positivos llegan incluso a las áreas menos desarrolladas de la Tierra. Pero, la palabra “ética” usada de manera genérica, puede abarcar también contenidos completamente distintos, hasta el punto de hacer pasar por éticos decisiones y opciones contrarias a la justicia y al verdadero bien común.

     Hasta hace poco se nos llenaba la boca de ser progresistas, pero nuestro progresismo no ha servido para que dejemos de comernos unos a otros, sino para hacerlo de tal manera que nos comamos unos a otros con cuchillo, tenedor, servilleta y guantes de ocasión. Y ello, porque en el plano racional, para algunos el “problema de Dios” debe plantearse más como pregunta ineludible de nuestra razón que como certeza o demostración elaborada. Pero si se prescinde de Dios y en la Tierra hemos generado el desengaño, desde un estilo de ética genuino, hemos de concluir afirmando que “muerto Dios, muere el Hombre”.

     Un rasgo muy de moda del nihilismo es la supuesta necesidad de no tener “santos”. Y el desconocimiento puede llegar a que haya gente que niegue hechos de dimensiones que no comprenden. Así, de Santa Teresa – dicen- no fue una mujer con unas experiencias que nos hacen preguntarnos sobre Dios; y se atreven a decir que lo que tenía simplemente eran orgasmos que ella no sabía reconocer ni calificar. Se juzgan así, con absoluta seguridad sobre hechos de hace más de quinientos años y sin acercarse a trabajar e investigar neutralmente sobre ellos. Negar es más cómodo que afirmar.

     Hay actos que podrían ser generosos, bien intencionados y éticamente válidos, pero en realidad se interpretan como debidos a egotismos más o menos rastreros y afán de poder. La tesis latente es la interpretación de que todo acto que parezca generoso y desinteresado es egoísta: buscar poder, admiración o lavar alguna culpa que no gusta. A pesar de las dificultades, de los “recortes” se nos quiere decir que estamos obligados a ser felices y proclamarlo bien alto; de lo contrario no funcionaría el “sistema económico injusto”. Se produce la paradoja de que una sociedad que no acepta orientación ética ofrecida desde fuera, impone la obligación de aparentar que somos felices y dispuestos a mayores sacrificios.

     Estamos siendo atrapados por la cultura del “hombre feliz”. La ideología del “capitalismo del miedo” tiene el peligro de que “el discurso profético” quede arrinconado por la consagración del presente hedonista que tramitan las mitologías festivas de objetos y diversiones. No deberíamos acostumbrarnos, como si fuera normal, a oír hablar de banqueros con sueldos y retiros astronómicos, políticos que programan los recortes de los demás pero dejan sin tocar lo más mínimo sus prebendas. ¿Cómo se puede permitir que sean intocables? ¿Cuándo llegará la Ética?

Juan de Dios Regordán Domínguez
juandediosrd@hotmail.com