domingo, 24 de junio de 2012

ARTÍCULO DE OPINIÓN DE JUAN DE DIOS DOMÍNGUEZ REGORDÁN

EXIGIR RESPONSABILIDADES

     Las palabras corren y se suceden, cambiando estados de ánimo y expectativas. Así, seguridad, progreso, bonanza económica, bienestar social fueron palabras que dejaron paso a otras, como publicidad, consumo, ladrillazo, pelotazo, burbuja inmobiliaria, no-crisis, crisis, apretarse el cinturón, políticos corruptos, deuda histórica, simplemente deuda, prima de riesgo, bajada de salarios, recortes, rescate y está llegando la inseguridad y el desencanto a muchas personas que se sienten engañadas. Seriedad y compromiso social se sienten afectados.

   Ha sido difícil digerir lo prometido con lo no cumplido. Los ocultos manipuladores están siendo descascarados con sueldos y pensiones multimillonarias. Las redes sociales ya no tienen miedo a mostrar caras conocidas, despreciadas por robos y corrupción. La corrupción se ha cebado no sólo en los políticos, en ocasiones convertidos en simples “peleles” de tramas financieras, sino que ha vencido a los que cada vez acumulan más. Se aproxima un lenguaje directo de denuncia que irá poniendo a cada uno en su sitio.

     De un simple análisis sacamos que durante años muchos han vivido por encima de sus posibilidades y la corrupción ha estado al acecho en donde se podían desviar partidas económicas a familiares o a paraísos fiscales. Se publican gestiones bancarias causantes de deudas que afectan negativamente a todos. En esta línea, a los bancos y cajas habría que pedirles responsabilidades. Ahora la dura realidad está apareciendo con una crudeza que hace tambalear la seguridad incluso de muchos de los más entusiastas y optimistas luchadores por un mundo mejor.

     El contagio, en la marcha de caminos sin rumbos claros, favorece que haya personas que en su interior duden de cómo debe ser su propio comportamiento en las diferentes facetas de la vida. Ello está llevando a que son pocos los que asumen un compromiso político y social. El desencanto está llevando a bastantes a dudar de todo y a renunciar a su responsabilidad, incluso, de votar ante unas elecciones. El sistema va por un lado y el sentir común de muchos ciudadanos por otro.

      Por las pantallas de ordenadores están desfilando imágenes reales de personajes, con sus nombres y apellidos, con cantidades elevadísimas de sus retiros o pensiones y entidades de las que lo reciben. En la mayoría de los envíos se pide continuar la cadena informativa. También se exige, evidentemente, la devolución porque ese comportamiento entra de lleno no sólo en la corrupción, sino en el robo que debe ser punible. El pueblo no es tonto y no se le puede ni debe engañar.

     Los desafortunados comportamientos han llegado a crear una mentalidad que acepta como verdaderos axiomas que el poder corrompe, que todos son iguales. Parece que se nos ha enseñado una moral en la que entraba todo, menos el compromiso político y la ética en el compartir. Al hablar de ética y política, surge enseguida la corrupción, la inmoralidad de los políticos. Puede ser verdad que el comportamiento de algunos políticos dañe los intereses del pueblo; en realidad no son sólo políticos sino también muchos que han ocupado puestos en bancos y entidades.

     En un sistema democrático, como debe ser el nuestro, el poder está en el pueblo. Por tanto, la responsabilidad de elegir a los mejores para que le represente y ejerza el poder en su nombre recae sobre la conciencia de cada ciudadano con derecho a voto. Si hay cosas que deben gestionarse mejor, el ciudadano tiene la responsabilidad, ejerciendo su derecho al voto de realizar el cambio. Y no sólo a la hora de votar, sino que cada día hemos de participar activamente en todos aquellos temas que afectan a los ciudadanos. Democracia es participar.

Juan de Dios Regordán Domínguez
Juandediosrd@hotmail.com