LEY ESCRITA EN LOS CORAZONES
Empiezo afirmando que las personas estamos más cerca unas de otras de lo que creemos. Tal vez el ruido y las preocupaciones que nos buscamos estén obstaculizando la comunicación de sentimientos y verdades fundamentales que vertebran lo que llamamos “humanidad”. ¿Nos olvidamos de lo verdaderamente humano? Sería pretencioso exponer en un artículo lo que da de sí una vida en relación con gran cantidad de personas de antes, de ahora y del futuro. Las preguntas y las respuestas se suceden y siempre parecen nuevas. Razón y Fe van cogidas de la mano ¿por qué se las pretende separar…?
Se equivocan los momentos históricos cuando pretenden excluir lo religioso del ámbito público también los fundamentalismos religiosos impiden el encuentro entre las personas y su colaboración para el progreso. Cuando la vida pública se empobrece de motivaciones y la política adquiere un aspecto opresor y agresivo, se corre el riesgo de que no se respeten los derechos humanos, bien porque se les priva de su fundamento transcendente, bien porque no se reconozca la libertad personal. En el laicismo y en el fundamentalismo se pierde la posibilidad de un diálogo fecundo y de una provechosa colaboración entre la razón y la fe religiosa.
Mirar desde lejos y con desconfianza favorece la ruptura del diálogo entre fe y razón llevando consigo un coste muy gravoso para el desarrollo de la humanidad. Hablar con libertad facilita que se puedan manifestar creencias en la vivencia diaria. Los creyentes podremos manifestar que el mundo no es fruto de la casualidad ni de la necesidad sino de un proyecto maravilloso de Dios. De ahí nace el deber de aunar sus esfuerzos con todos los hombres y mujeres de buena voluntad de otras religiones, o no creyentes para que nuestro mundo responda al proyecto divino: vivir como una gran familia.
Fe y Razón se complementan. La razón necesita ser purificada por la fe, y esto vale también para la razón política, que nunca debe creerse omnipotente. Y la religión tiene también necesidad de ser purificada por la razón para mostrar su auténtico rostro humano. Rostro humano que, en los momentos actuales, se encuentra maltratado por la gravísima crisis que zarandea incluso los fundamentos de la convivencia. Recordemos que, en el campo económico, la ayuda principal que necesitan los países en desarrollo o endeudados es permitir y favorecer el ingreso de sus productos en los mercados internacionales, posibilitando así su plena participación en la vida internacional.
Un comercio internacional justo y equilibrado puede reportar beneficios a todos. Por tanto, es necesario ayudar a esos países a mejorar sus productos y adaptarlos mejor a la demanda. Y las sociedades que están en crecimiento deben permanecer fieles a lo que hay de humano en sus tradiciones, evitando que superpongan automáticamente a ellas las formas de la civilización tecnológica globalizada. Pero el ser humano no se desenvuelve sólo en el ámbito económico. En todas las culturas se dan singulares y múltiples convergencias éticas, expresiones de una misma naturaleza humana, que la sabiduría ética de la humanidad llama Ley Natural.
La Ley Moral Natural Universal es fundamento sólido de todo diálogo cultural, religioso y político, ayudando al pluralismo multiforme de las diversas culturas a que no se alejen de la búsqueda común de la verdad, del bien y de Dios. Por tanto, la adhesión a esa ley escrita en los corazones es la base de toda colaboración social constructiva. La búsqueda de las soluciones para la crisis económica actual, la ayuda al desarrollo de los países pobres deben considerarse unos verdaderos instrumentos de creación de riqueza para todos.
Juan de Dios Regordán Domínguez
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